La certeza de la incertidumbre. (La tuya y la mía)

Ahora que el futuro es tan incierto, para ti, para mí, para los tuyos y para los míos, que más que nunca no sabemos qué pasará mañana aunque hasta hace unos meses  viviéramos con la ilusión de que sí, esa ya tan siquiera la tenemos. Ahora que tan sólo contamos con la certeza de la incertidumbre, respétame.

Respeta lo que creo, respeta mis sueños, los intactos y los otros, los que acaricié un día y atesoro y hasta los que se destruyeron en el camino poco a poco o en un momento y sólo yo conozco.

Respeta mi credo, mi color, el que yo elija para lo que yo quiera ya sea azul, rosa o amarillo. Respeta los juegos de mis hijos y la educación que les quiera dar, porque es la que yo elijo y en la que me afano cada día buscando lo mejor para ellos y en eso nada tienes tú que decir o desdecirme. Respeta los principios en los que fundé mi familia porque así respetarás los fundamentos en los que crecí, en los que sigo creyendo porque si alguno creí errado ya los depuré con mi larga experiencia, mi formación y mis preocupaciones.

Si quise ser princesa, si disfruto con los cuentos de hadas o a quién y cómo vista de azul en mis sueños románticos y el papel que le dé a cada quién en la película de mi vida, una vida que sólo me corresponde a mí escribir un guión que ya la propia vida se afanará por cambiarme, los finales y los del en medio. Ella,  no nadie que quiera adoctrinarme echando por tierra mis doctrinas. No te permitas opinar en si estoy segura de que las personas que amo y son mi razón de existir (y si me gusta que sean de otros también mis razones para eso) las encontré por casualidad y si esa casualidad -en la que tú crees y yo no -, además quiero creer que se tejió con hilos del color que a mí me guste. La literatura, las leyendas y la poesía aportan sentido y dan forma a muchas emociones a las que me complace encontrar las palabras que las hermoseen. Son personales e intransferibles y ni mucho menos dirigibles.

Si estás acostumbrada/o a no callar y  crees que te escuchan asintiendo, seguirás tratando de desmontar tradiciones y descabezar la historia para quienes la desconozca. Pero cuidado, es mejor conocer la historia porque es una carga pesada que tenemos que digerir porque como la morcilla se hace con sangre y se repite, digerir y aprender de ella, no reescribir.

Pasado, presente y futuro. Un futuro en el que hay que creer para alcanzarlo. Yo respeto la falta de ganas de magia y hasta la comprendo –hartos ya de milongas estamos todos- pero respeta tú las enormes ganas de seguir forjando ilusiones, de conservar mis convencimientos y opiniones, de conservar aquellas creencias mías que nunca dañaron a nadie, que me ayudaron a conseguir mis sueños más inalcanzables, a buscar mi felicidad a costa de la de nadie con la fe de quien busca un tesoro al final del arco iris, aunque el camino fuera largo, difícil y aventurado.

Los sueños son de cada uno y las ilusiones son lo que mueve el mundo y lo enriquece y hasta lo cambia (imagínate lo que son  capaces de cambiar si ya lo hace un simple aleteo de mariposa al otro lado del planeta). Los sueños forjan las vidas de la gente  y se van haciendo a fuerza de amor y de ganas y a veces se hacen pesados por los obstáculos y barreras que los moldean y hasta les dan una forma diferente. Pero sin esos sueños, ideales o como quieras llamarlos, sin ese creer que casi todo es posible que los cuentos de hadas me enseñaron, hoy estaría viviendo una vida diferente y no la vida que quise tener y la que defiendo.

Esa pizca de magia necesaria, esa pizca de rebeldía, de sentido común y del humor, ese ver la vida con ojos nuevos cada día -aunque la foto sea la misma-, es lo que me ha ayudado a llegar hasta aquí.

No te empeñes en cambiarme el color ni el cristal con que la miro, ni siquiera puedes empañarlo.

Y hoy en este preciso momento y en todos los que vendrán y conformarán mi futuro y el de los míos, necesitamos ilusionarnos y sobre todo necesitamos respeto, que entiendas que mis valores y mis creencias conforman mi dignidad aunque para ti estén equivocadas y te empeñes en gritar que lo están, porque eso no es libertad de expresión, es tratar de coartarme mis libertades. Vive tus certezas, si eso te ayuda a seguir adelante, a construir tu historia, pero no la construyas intentando demoler las mías.

Se nos llena la boca con palabras como diversidad, inclusión o celebrar la diferencia pero se apagan las velas sólo si son las diferencias que se ajustan a un patrón. Aquí no cabe la diferencia o diversidad de opinión o de pensamiento. Hasta para eso se pone cupo.

Y si al leer esto te sientes aludida/o te dejaré pensar lo que quieras, faltaría más,  pero si te contaré que no lo he escrito porque me sienta ofendida. Si acaso decepcionada.

Mercedes Moya.